El torero axiomático

30 May, 2016

Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897 – Londres 1944) fue un periodista, y novelista, cuya obra está siendo reivindicada en tiempos recientes, debido tanto a su calidad literaria como a su visión moderna sobre la turbulenta época que le tocó vivir y narrar. Especialmente famosa es su obra “A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (1937)”, que es un impresionante y lúcido relato sobre la Guerra Civil española. Un poco antes, en 1935, había publicado una biografía del torero Juan Belmonte, escrita en primera persona, como si el narrador fuese el propio matador. Gracias a este libro he podido descubrir, con sorpresa, el carácter matemático de Belmonte.

“Al día siguiente toreé en Madrid por segunda vez, y fue aquella mi verdadera consagración. Salí al ruedo como el matemático se asoma a un encerado para hacer la demostración de un teorema. Se regía entonces el toreo por aquel pintoresco axioma lagartijero de “te pones aquí, y te quitas tú o te quita el toro”. Yo venía a demostrar que esto no era tan evidente como parecía: “te pones aquí, y no te quitas tú ni te quita el toro, si sabes torear”. Había entonces una complicada matemática de los terrenos del toro y del torero que a mi juicio era superflua…”.

Dicen los entendidos que Juan Belmonte fue el creador del toreo moderno, cuya esencia sintetizó en el axioma: “parar, templar y mandar”. De origen humilde, manifestó a lo largo de su vida una cierta voluntad de estilo y se codeó en sus estancias madrileñas con personajes como Valle Inclán y Pérez de Ayala, quienes influyeron en sus muchas lecturas. La biografía escrita por Chaves Nogales contiene repetidas alusiones a las matemáticas, desde la perspectiva de un Juan Belmonte que insistía en transmitir el carácter axiomático-deductivo de su arte.

Otros toreros han hecho referencia a las matemáticas en sus citas. El mítico matador Rafael Guerra, Guerrita, quien preguntado por el escalafón de su oficio, nos dejó la siguiente joya:

“Dempués de mí naide, dempués de naide, el Fuentes”.

Así que Naide o Naidero podría ser un candidato apropiado para designar al ordinal cero, que nos falta en nuestro sistema. Llama la atención que no tengamos una palabra para el ordinal correspondiente al cardinal cero, aunque al designar a los pisos de un edificio digamos: bajo, primero, segundo,… Por lo que bajo, o quizás bajero, podría ser un candidato plausible para subsanar esa carencia.

Milésimo noningentésimo nonagésimo nono: así se expresa en castellano el ordinal 1999; dumilésimo décimo sexto, sería el correspondiente a 2016. ¡Ay, los ordinales!, tan maltratados por los medios que nos hablan del “cincuenta” aniversario olvidándose del quincuagésimo y los políticos, como aquél ministro de cultura que se refirió al “treintavo” congreso de su partido, destrozando al correcto trigésimo. Los comienzos de la serie (primero, segundo, tercero,…) sí forman parte importante del habla cotidiana.

Además de lamentar el olvido de expresiones tan magníficas como “quincentésimo cuadragésimo nono”, podríamos también disfrutar de la construcción de los ordinales siguiendo a Cantor, primero, y luego a Von Neumann. Apreciando sus sutilezas, como es la definición de tipo de orden , junto a la sorpresa de que el ordinal de un conjunto infinito dependa de la forma en que contemos sus elementos, que nos lleva a la noción de cardinal, u ordinal inicial, que permite corregir esa aparente paradoja. En fin, apreciar las maravillas de la Teoría de Conjuntos y la Lógica Matemática surgidas para echar luz sobre esos enigmas (principio de buena ordenación, axioma de elección, teorema de Gödel) que han propiciado el desarrollo de los programas y lenguajes de ordenador que tanto han cambiado nuestras vidas.

Antonio Córdoba es director del ICMAT

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