“Ejemplificar con música conceptos matemáticos es una de las formas más atractivas para motivar a esas personas que no se sienten cómodas con las ciencias exactas”

3 diciembre, 2024

Entrevista con Laura Farré Rozada, matemática, pianista, investigadora y divulgadora

Laura Farré Rozada

La catalana Laura Farré Rozada combina la música y las matemáticas de manera totalmente orgánica. Tanto es así que este año ha publicado una tesis doctoral en la que formaliza un método para el análisis, el aprendizaje y la memorización musical a partir de las matemáticas y la ingeniería informática, que ella misma emplea para ejecutar su repertorio de memoria en directo al piano. Es el resultado de un trabajo desarrollado durante cinco años en el Royal Birmingham Conservatoire, que le ha permitido unir dos mundos por los que siempre ha sentido fascinación.

Considerada “estrella en ascenso” por BBC Music Magazine, actualmente imparte conferencias y conciertos por todo el mundo y divulga sus conocimientos en diferentes medios de comunicación de España, como Radio Nacional Clásica o Catalunya Ràdio, donde dirige y presenta el programa “La cinta de Möbius”.

El pasado 2 de diciembre, Farré Rozada puso música a la teoría del caos en el marco del ciclo divulgativo Matemáticas en la Residencia, organizado por el ICMAT, con la colaboración de la Vicepresidencia Adjunta de Cultura Científica y Ciencia Ciudadana (VACC) del CSIC y la Residencia de Estudiantes.

Laura M. Iraola (ICMAT)

¿Cuál es la idea general de la teoría del caos?

La teorización matemática del caos vino motivada por el interés de varios científicos y científicas en averiguar si el mundo es determinista o si, por el contrario, es producto del azar. Tradicionalmente se ha malinterpretado el caos como un conjunto de patrones aleatorios que no se pueden predecir, pero, en realidad, la teoría del caos nos permite modelizar fenómenos muy complejos que se alteran de forma muy drástica y rápida con un pequeño cambio en las condiciones iniciales. Uno de los ejemplos más conocidos es el efecto mariposa.

¿De qué manera se aplican estas ideas a la música? ¿Cómo y cuándo surgió?

Los primeros intentos de introducir, o intentar mimetizar, el concepto del caos en la música ya aparecen en el Barroco. Sin embargo, es en el siglo XX cuando realmente es explorado en profundidad, y se utiliza de una forma muy explícita en la música. Algunos compositores que han implementado la idea de caos como recurso creativo son John Cage, Steve Reich y György Ligeti.

Como música y matemática, ¿qué es lo que más le llama la atención de esa relación entre caos y música? Personalmente, ¿ha hecho uso de estas herramientas?

Creo que lo que más me atrae de la teoría del caos es esta ambigüedad de manejar una enorme complejidad con la tranquilidad de que puedes entender los patrones inherentes que lo caracterizan. Me parece muy atractivo poder generar una obra de arte que aparentemente no obedezca ninguna ley o presente limitación alguna, y que, a la vez, esté completamente controlada. Como pianista-concertista, este recurso lo utilizo continuamente con el repertorio que interpreto: obras increíblemente virtuosas y difíciles para el piano que te permiten mostrar todo el abanico de posibilidades del instrumento, pero a la vez todo está totalmente controlado por el dominio técnico, tanto físico como mental. Interpretar este repertorio de memoria, utilizando el método que he desarrollado con mi tesis doctoral basado en las matemáticas y la ingeniería informática, es un paso más para controlar todo este caos de información.

Como divulgadora de la música y de las matemáticas, ¿hay alguna otra relación entre las dos disciplinas que le atraiga de forma especial?

Hay muchas facetas de la música y las matemáticas que me interesan, especialmente aquellas que nos ayudan a comprender mejor cómo experimentamos nuestro entorno, como la audición (por ejemplo, las proporciones logarítmicas y las series de Fourier en el sonido), la visión (simetría, fractales, sucesión de Fibonacci y proporción áurea) y el movimiento (las proporciones inherentes del ritmo como árbol binario).

Entender el subyacente físico y matemático de la música facilita comprender por qué ciertas obras de arte son más efectivas que otras. Por el otro lado, ejemplificar con música conceptos matemáticos es, quizás, una de las formas más atractivas para motivar a aquellas personas que no se sienten cómodas con las ciencias exactas.

¿Cómo surgió su interés por divulgar e investigar ambas disciplinas desde sus conexiones?

Ha sido un proceso muy largo de autoconocimiento para conectar dos disciplinas que, a nivel universitario, tuve que compaginar por mi cuenta, sin ninguna ayuda institucional. Al principio surgió por una simple necesidad de unir ambos mundos y entender por qué me fascinaban tanto. Con el tiempo, vi el potencial de todas estas conexiones, y qué ideas podía yo aportar en ese sentido. Siempre me ha motivado poder hacer partícipes a otras personas de un conocimiento que creo que es muy valioso. Pero, también hay una faceta de activismo para romper con los perjuicios de que ciencia y arte son dos universos que no tienen nada en común.

¿Cree que disponer de conocimiento de ciertas herramientas matemáticas puede mejorar la comprensión o la creación musical, y al revés?

Totalmente, uno de los ejemplos más actuales es la inteligencia artificial. La composición de música a partir de algoritmos de inteligencia artificial muy a menudo se utiliza para comprobar cómo de eficaces son esos algoritmos: es mucho más fácil escuchar y analizar si una pieza de música tiene sentido o suena bien, que analizar miles de líneas de código y encontrar dónde está el error. Desde un punto de vista pedagógico, siempre será más fácil entender un concepto que requiera tu implicación para experimentarlo, que no intentar entenderlo desde una actitud pasiva. La música nos puede ayudar a entender conceptos abstractos que de otra forma serán mucho más difíciles o inalcanzables.

¿De qué manera cree que la música puede ayudar a acercar las matemáticas a la sociedad?

De la misma forma que en el Quadrivium utilizaban la música para ejemplificar problemas de aritmética, geometría y astronomía, hoy en día podemos encontrar símiles artísticos (no solo musicales) para ejemplificar conceptos difíciles. Se pueden enseñar las matemáticas a partir de una partida de ajedrez, de una composición musical o de una coreografía. Creo que la clave está en demostrar que las matemáticas se pueden y deben disfrutar, y que lejos de ser una ciencia solo alcanzable por algunas mentes brillantes, siempre se puede encontrar una nueva forma de hacerlas más asequibles. Cualquier persona puede entender cualquier concepto matemático, por difícil que sea, si se le explica de la forma adecuada, o utilizando los recursos que esa persona necesita.

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